16 marzo 2006

a mis amigos desconocidos



Son las nueve, y mis ánimos al igual que el día comienzan a terminarse.
La música, mi única compañera en este rutinario viaje, me intenta ocultar el monótono ruido del motor.

A mi alrededor la gente es inexpresiva, se apoyan en el cristal intentando conciliar el sueño que les haga más corto el viaje, algunos leen, otros buscan en el teléfono el amor que les gustaría tener y los menos conversan con su compañero de asiento.

Miro por la ventana y veo las luces de una gasolinera reflejadas en el cristal e intento imaginar que son estrellas en medio de un cielo claro y sin nubes. Busco la luna llena que ayer alumbraba la oscuridad de la noche, pero hoy la luna no ha salido. Esta noche la luna está triste y ha llamado a las nubes para que le arropen en esta cálida noche de finales de invierno.

Se apagan las luces, la calma se apodera del autobús y todo el mundo calla. Una ligera brisa entra por la puerta y se pasea por nuestros asientos provocando tiernas sonrisas.

Llegamos a la ciudad, la gente se apresura a bajar, y mientras yo, desde mi asiento, les deseo que pasen una buena noche a mis amigos desconocidos.

10 marzo 2006

sensaciones en la nieve



Clac....clac...clac,clac,clac,clac,clac,clac,clac,clac,clac,clac,clac,clac,clac,clac

Es un sonido que me llama, me atrae y no puedo evitar continuar escribiendo. Pese que sean más de las doce, y mañana tenga que madrugar, pese a que esté cansado y la cama que esté a un metro escaso de mí y me llame para acostarme. El suave tacto de las oscuras teclas y la música me obligan a escribir, aunque sea sólo un poco.

Ya han pasado cinco días desde que volvimos a la ciudad, a los intercambiadores, los autobuses, las clases, los atascos...ya atrás quedan las montañas, la nieve, los pinos, las siestas, la cenas, los “pilotis”, pero por muy atrás que queden creo que esta semana nunca se nos borrará de nuestras cabezas.

El viento frío en la cara, calma en el ambiente. Nada como buena compañía y la montaña alrededor. Inolvidables momentos entorno al blanco más puro que te puedas encontrar en la naturaleza.
Instantes que se te quedan grabados en la memoria para toda la vida, que son imposibles de describir y que al recordarlos me provocan una sonrisa mientras mis ojos se nublan.

Creo que felicidad es lo único que puede describir lo que he sentido en estos días, eso es lo que siento cuando voy a la montaña. Verte pequeño, efímero alrededor de unas montañas milenarias. Y a la vez contemplar como te puedes entender tan bien con ellas, deslizarte sobre sus lomas, y escuchar su tímidas risas provocadas por las cosquillas que les producen las huellas que les dejas sobre la nieve.

Cuantas cosas se me quedan en el tintero, cuantas sensaciones por contar que prefiero que se queden en vuestros corazones, cuanto desorden en estas líneas que esta noche me traen loco. (hoy es uno de esos días de los que el teclado se apodera de ti, y no eres capaz ni de ordenar tus ideas)

Así que me despediré diciéndoos gracias. Por vuestras compañía, por vuestra paciencia, por vuestra comprensión, por como sois y porque me habéis hecho la persona más feliz del mundo!!!

GRACIAS AMIGOS!