espuma de colores

Demasiado café cargado que me provoca tensión rondando las ocho de la tarde. La manos comienzan a sudar, el problema se complica. Las bobinas se mezclan con los condensadores y lo que antes era alterna ahora se convierte en trifásico. El corazón se acelera y mi nervios provocan que me arranque un pelo de la barba, pero los nervios no me dejan ni sentir. Necesito relajarme... sí, una ducha sería perfecto. Voy al baño, me miro al espejo, y decido afeitarme mientras suenan en mi cabeza las palabras tantas veces repetidas por mi madre: “anda hijo, quítate esas barbas...”. Recortabarbas, espuma, maquinilla, cuchillas... sé que me falta algo. Por unos segundos el silencio me ensordece. Joder, la música! Enciendo la cadena. No sé que disco hay, pero me complace escuchar los cantos de águila que anuncian que serán los planetas. Pienso en ella, cierro los ojos... y no puedo dejar de pensar en ella. Sólo tenerla en mi mente hace que todo cambie de color, sólo su ausente presencia convierte al baño en un arco iris. ¿Me afeitará algún día? Creo que si lo hace, le pediré que se case conmigo.